El estruendo de mis cristales

Si alguien quiere comprar accesorios para la casa, que no se fie de cualquier mercadillo de esos que se ponen en la calle. En la mayoría de ellos, venden accesorios y objetos de mala calidad, que se suelen romper rápido, es una mala elección, pues tienes que gastarte luego mucho más dinero en comprarte uno bueno. Yo tuve una mala experiencia porque fui a uno de estos mercadillos a comprar cristales para ventanas ya que los nuevos me salían más caros que un ojo de la cara. Junto a los cristales para los grandes ventanales de mi casa, también compré unas persianas economicas para las ventanas que tenían muy buena pinta. El caso es que estas persianas economicas sí que me salieron buenas, pero los cristales fueron una soberana estafa. Con todas las letras y con letra mayúscula. Un día que hizo un poco de viento, los cristales rechinaban muy fuerte y parecía que iban a estallar de un momento a otro. La clientela se asustó mucho, parecía el fin del mundo… Yo pensaba que las ventanas iban a estallar, reventando las persianas economicas e hiriendo a la gente. Estaba muy asustado, porque si esto pasaba, yo sería el único y total responsable de los hechos acontecidos. Tuve que desalojar a la gente y alejarlas de las ventanas, quise prevenir cualquier daño que se pudiese producir. Al día siguiente, cuando me puse a pensar detenidamente sobre los hechos, advertí que la culpa fue mía, por comprar estos vidrios baratos y de poca monta que a fin de cuentas lo único que me hicieron fue ahorrarme solo un puñado de euros. Por lo que ahora, tras el pequeño susto, he ido a una buena cristalería que me ha proporcionado los mejores cristales existentes en todo el mercado. Os aseguro que esa fatídica anécdota no se va a volver a repetir nunca más, al menos en mi restaurante.