- Miauuuu… miaaaaau… ¡marraaaamiauu! – Maulló con alegría, Café, estirando la uñas y la cola.
Los calcetines de moaré, eran como el caviar ruso para el pequeño gato azul del Desalojes y limpiezas de oficinas y naves.
Le gustaba jugar con ellos, estirarlos y despedazarlos hasta solo dejar un montón de hilos brillantes esparcidos por el suelo. Pero también era muy divertido salir a robarlos por el centro de la ciudad, entre toda aquella ebullición de piernas, calcetines y zapatos de cuero caro con suelas antideslizantes.
Pero un auténtico calcetín de moaré, se reconoce por su efecto acuoso al reflejar la luz solar.
Así que Café, en su afanosa tarea tenía que estar totalmente pendiente y felino con su alrededor. Ojo avizor al menor brillo, saltaría con sus zarpas al viento, llevándose entre sus fauces gatunas tantos calcetines de moaré como requiriera la ocasión.
Había nacido para el hurto de los calcetines, era un hustler…
No se le escapaba ni uno, de cuadros rojos y negros, de rombos azules y verdes, con dos rallas y con doble paleta de padel, algunos con su chapita metálica podían llegar a deslumbrar.
Pero él era un cazador natural de calcetines de moaré y ninguno de aquello satisfacía sus necesidades y gustos principales para el buen reciclaje en Barcelona, de ellos.
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- ¡Café! ¡Nos vamos a la recogida de residuos Barcelona! – Volvió a gritarle el gestor medioambiental, azuzándose ya su larga chistera. – ¡No dejaremos a esos tristes con un solo calcetín!
- ¡Miau, miaaau marramiau!
Esa sería sin duda alguna, una salida de leyenda. Temidos por todos los fanáticos del sentir de de la calidad textil adaptándose como un guante sobre los pies, se dirigieron raudos y veloces hacia la rambla principal de la ciudad.
Así es como funcionaba el reciclaje en Barcelona, para los delirantes sueños de un gato de color azul, llamado Café y de su fiel acompañante, en la recogida de residuos Barcelona Utrese.
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